Ahí estaba ella, la más bella del burdel casi descubierta,
parecía temblar y es que el frió del lugar la justificaba. Con un diminuto
straple, un cachetero y panty medias se movía muy sensualmente en sus tacones
altos, su hermoso cabello largo marrón rozaba su espalda y por un segundo tuve
envidia de esa melena pues podía tocar lo que ya yo deseaba en tan solo minutos
de haberla conocido. Me tenía loco, no podía moverme de donde estaba parado, me
tenía inmovilizado sin tocarme, cegado de su esplendidoso cuerpo, de su baile y
mejor aún... De sus ojos, esos que podía ver a pesar de la distancia de donde
estaba, parecían ocultar algo, algo destrozado, una tristeza, un vacío y a
medida que poco a poco me acercaba sentía como si ese algo oculto en sus ojos
se apoderaba de mi... Hasta que me miro.
Sentí como si cayera desde una colina de nieve, sentía como
me tocaba el alma en cada parpadeo <Pagaría por Ella mil veces> pensé, solo para tener su mirada en mí.
La ligera música de fondo se detuvo y allí fue cuando me
percate de las otras dos muchachas que estaban con ella, una catira que ya se
le veían las raíces negras y una morena, las 3 con el misto atuendo, se
marchaban y las seguí para ver a donde iba esa hermosura con dos piernas, por
unos segundos miré para atrás y volvió a sonar la misma canción cutre con 3
chicas más y por andar mirando lo que no debía perdí de vista a la chica.
Miraba para todos lados hasta que la vi detrás de un
vidrio, me le acerque y pude vislumbrar sus senos, por un momento desee
tocarlos y entonces me miró, se saludó con su mano y me sonrió... Pero había un
punto muerto en su sonrisa, coloque mi palma en el vidrio ella señalo una
puerta, me acerque e introduje los billetes. Pague por Ella.
—Hola—Susurro muy eróticamente
Mi cuerpo temblaba y ella se acercaba más, no pude
presenciar el momento en donde me acorralo a la pared.
— ¿Quieres que me quite el sostén?—Vacilo un momento — ¿O
me lo quitas tú?
— ¡No, no! Así está bien—Dije apartándome de ella,
tenerla tan cerca me ponía nervioso
Me sonrió pícaramente
— ¿Cuál es tu nombre?—Pregunté
—Como si lo fueras a recordar—Dijo secamente bajando una
cortina para tapar el vidrio
—Eres una mujer, una hermosa mujer y te trataré como tal,
es decir con respeto, como me enseñaron
Ella rio por lo bajo
—Eso lo olvidarás cuando estés encima de mí—Exclamo sentándose
en la cama y pude ver en sus ojos de un azul profundo una enorme tristeza.
—Eres hermosa, no tengo más palabras para
describirte—Murmure y me senté en una
silla.
—Dime, ¿Qué hace un hombre al parecer tan respetuoso en
un lugar como este?
—Te preguntaría lo mismo pero sería muy cliché, así que…
— ¡Pregunta! —Dice interrumpiéndome
—Dime, ¿Qué hace una mujer tan hermosa y tierna al
parecer en un lugar como este?
—No sé cómo llegue aquí—Baja la mirada— ¿Qué hay de ti?
—Mi novia me dejo
—Claro y vienes a buscar consuelo—Suspira—El ser humano
es egoísta, todos somos títeres del egoísmo y pagamos por placer, ahora dime
¿Te da placer hablar conmigo? ¿Hablar de algo que seguro mañana no recordaras?
¿Hablar con alguien que de seguro en 2 días olvidaras?
—Aunque te cueste creerlo, ¡Sí! Me paralizaste con tu
baile, con tus ojos, con tu cabello, ese que envidie
— ¿Para qué pagaste por mi si no te vas a acostar
conmigo? O por el momento eso parece
—Por cómo me dejaste inmóvil
Ella se levantó y se me sentó encima
—No mientas—Dijo acentuando cada letra—No digas que no
olvidaras mi nombre cuando la realidad es otra—Termino y pude percatar algo de
rabia en su voz
Me levante haciéndola levantar y por el rabillo del ojos
vi como temblaba, le di mi chaqueta y me sonrió acercándose pero la frene con
mi pulgar en sus labios y el resto de mi mano en su mandíbula y cuello, y me perdí
en sus ojos.
— ¿Qué quieres?—Susurro
—Saber la tristeza que esconden tus ojos
Un leve sonido ensordecedor nos hizo parpadear y ella
maldijo por lo bajo
—Se acabó la hora
— ¿ya paso una hora?
— ¡Si! Vete
—Pero…
—Vete, esto no está bien—Me devolvió mi chaqueta
—Volveré
Ella sonrió
—Ojala pudiera creerte—Me abrió la puerta con algo
parecido a las llaves que usan para las puertas de los edificios—Me llamo
Karen.
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